- Emma Jones
- BBC
31 agosto 2015
Una pareja casada entra en crisis cuando inesperadamente les llegan noticias de una antigua novia del esposo.
Tratando de olvidar el altercado, comienzan a tomar vino y a buscar temas de conversación que permitan bajar la tensión.
Cuando la tormenta parece haber pasado, deciden irse a dormir. Sin embargo, de camino a la habitación el marido sugiere hacer el amor, algo que no han hecho en mucho tiempo.
Y lo hacen.
La escena pertenece a la película "45 años" (2015), del director Andrew Haigh, cuyos protagonistas ganaron el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín este año.
Mucho del revuelo causado tiene que ver con que la pareja galardonada, responsable de llevar ante las cámaras esta secuencia, son los afamados Charlotte Rampling, de 69 años de edad, y Tom Courtenay, de 78.
Pero, ¿es solo eso o estamos ante uno de los últimos tabúes del cine, roto por una pareja de reconocidos actores que se atrevieron a llevar a la pantalla una secuencia solo permitida en géneros clandestinos o clasificados como pornográficos?
La mirada de la industria
"La idea de que a medida que envejecemos ya no tenemos deseos sexuales es para mí, con 42 años de edad, una situación muy triste", dice el director Andrew Haigh.
Pero la verdad es que, cuando se trata de abordar los hábitos de personas de la tercera edad en sus cuartos, los cinestas prefieren cerrar la puerta.
La otra opción por la que tiende a ir Hollywood es a enmarcarla dentro del género de la comedia.
Así, en la cinta de 2003 "Alguien tiene que ceder" (Something's Gotta Give) se incluye una escena de amor interpretada por Diane Keaton y Jack Nicholson, pero en un contexto humorístico donde el personaje de Nicholson, inclinado a relaciones con mujeres más jóvenes, tiene que usar Viagra.
En esa misma línea se enmarca "Es complicado" (2009), donde la revitalizada vida amorosa entre una pareja divorciada –interpretada por Meryl Streep y Alec Baldwin- queda casi completamente fuera de la película.
Además, para el momento de la filmación tanto Streep como Baldwin se encontraban en sus 50, mientras que Keaton difícilmente podía entrar en la categoría de tercera edad.
Streep también protagonizó junto a Tommy Lee Jones una comedia romántica llamada "Qué voy a hacer con mi marido" (Hope Spring, 2012), sobre una mujer que trata a toda costa de avivar la llama de la pasión en su matrimonio.
Una "falla psicológica"
Como describiera Marco Weijers, editor de cine en el periódico de Holanda De Telegraaf, "a todos nos gusta creer que cuando lleguemos a viejo todavía podremos hacerlo, pero usualmente no queremos ver ese tipo de acción".
"Creo que esta visión retorcida que se tiene sobre este tema nos viene de cuando éramos jóvenes, etapa en la que nuestra relación con personas mayores se concentra usualmente en nuestros abuelos", interpone Haigh.
"Ellos casi nunca hablan de sexo, por lo que a nosotros nos parecería incomprensible que tuviesen la necesidad de hacerlo o el deseo", dice el director.
Según la doctora Rebecca Jones, especialista en sexualidad para personas mayores y profesora de la Universidad Abierta de Reino Unido, hay más de lo que salta a la vista detrás de este tabú.
De acuerdo con Jones, los humanos tienen algo denominado "falla psicológica" por la que rechazamos la idea de nuestros padres o abuelos teniendo relaciones sexuales.
"Tú puedes pensar que todos vamos a llegar a viejos algún día, pero obviamente todos también nos apegamos a los estándares de belleza que conocemos, y preservamos lo que significa el sexo de personas en sus veinte como nuestras referencias", señala.
Un viejo prejuicio
La idea del deseo sexual entre mayores es algo que ha generado rechazo desde a antigüedad.
Aristófanes escribía sobre las cougar (palabra del argot inglés para describir a mujeres que buscan a parejas más jóvenes y que significa, literalmente, "puma") mucho antes de que la actriz Courtney Cox protagonizara una serie de televisión sobre la materia.
En su comedia "El Parlamento de Mujeres" (391 a.C.), las mujeres se apoderan del congreso en Atenas y aprueban un decreto en el que si un hombre quiere acostarse con una mujer más joven, primero está obligado a hacerle el amor a una mayor que él.
En "La Historia del Mercader", de los Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer describe a un viejo lo suficientemente tonto como para pensar que podrá satisfacer a su joven esposa.
Esta trama se mantiene hasta nuestros días, aunque generalmente el cine le da un tratamiento más benevolente al hombre que a la mujer.
Así lo vimos en "La Emboscada" (Entrapment, 1999) donde el setentón de Sean Connery se involucra con Catherine Zeta-Jones, de 30 años de edad.
El asco que el cuerpo de una mujer avejentada puede provocar en la sociedad se pudo percibir más claramente en "Harold y Maude" (1971) -que en algunos países hispanos se tradujo como "Enséñame a vivir"-, una película realizada por Hal Ashby en la cúspide de la era hippie.
Harold, un joven obsesionado con la muerte, conoce a Maude, de 79 años de edad, en un funeral.
Él queda prendado de ella por la forma como disfruta la vida, pero un cura le dice: "Yo sería demasiado negligente si no te dijera que la idea de (...) tu cuerpo joven y firme mezclado con su carne marchita... me da ganas de vomitar".
Sin límite de edad
Clare Binns, directora de programación en Picturehouse, una cadena independiente de cines y distribuidora de películas en Reino Unido, cree que el rechazo de la cultura anglosajona hacia este tema, que a su vez permea a Hollywood, se refleja en las cintas.
Cuando tiene que mostrarse una vida sexual plena a cualquier edad "el cine europeo siempre ha sido más inteligente que los pudorosos británicos".
"Recuerdo a Fanny Ardant en "Mis Días Felices" (Bright Days Ahead, 2013) una mujer que tiene un romance con un hombre 20 años menor que ella", apunta Binns. O a Catherine Denueve en "Ella se va" (On My Way, 2014), en las similares circunstancias.
"Debido a que ver estas películas nos confrontan con la realidad de envejecer, mi ilustradora suposición es que incluso el público de mayor edad preferirá ver escena de sexo con personas más jóvenes. Eso les hace olvidar que ellos ya no lo son", comenta Weijers.
¿Puede la generación que vino después de la Segunda Guerra Mundial, cuya expectativa de vida era completamente distinta a la de sus padres, revertir esta preferencia?
Liam Neeson y Helen Mirren son considerados lo suficientemente activos y atractivos para ser estrellas en sus 60.
Pero, como lo señala Binns, ¿será necesario que alguno de ellos se desnude -un "50 Sombras de Grey" protagonizada por Sigourney Weaver, como dice Clare Binns- para que por fin la audiencia se atreva a aceptar carne más madura?
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